Con Socrates en Alemania

Este viaje empezó de algún modo ya hace año y medio, cuando decidí empezar un curso de formación profesional de grado medio de mecánica en el instituto IES Emilio Campuzano en Bilbao.

Mi idea principal era adquirir los conocimientos de mecánica suficientes para plantearme en los próximos 10 años dar una vuelta al mundo sin prisas en moto; pero, durante el primer año de curso, surgió la posibilidad de apuntarse a hacer un curso de "especialización en motores eléctricos cargados mediante energía solar" y, como no, yo me presenté voluntario. Ya sabía que el año siguiente no iba a tener un duro, así que podía ser una de mis pocas oportunidades de visitar un país nuevo, en este caso: Leipzig, Alemania.










Así que de los 10 que íbamos a ir, uno de los seleccionados, supongo que por expediente académico y, por ser uno de los muy pocos que hablaba inglés, fui seleccionado, y el 4 de Noviembre del 2012... allí íbamos  rumbo a Alemania, tras pedir en el curro 20 días de permiso sin sueldo por motivo de estudios... ya solventaría con el banco los problemas económicos a la vuelta.

Fue llegar allí, ver el garito y alucinar... estábamos en Alemania, tierra de tecnología, diseño y vanguardia... Si ya me decía mi abuela que "en todos sitios cocían habas". 
Todas esas mesas tuvimos que montarlas nosotros.
El lugar no tenia, ni herramienta, ni mesas, ni espacio suficiente para los grupos (5 grupos de 10-15 personas) que tenían que llegar, ni ventilación en el área de soldadura, ni protecciones, ni ni... ni guantes nos querían dar. En fin, bien bien, no empezaba aquello, pero ni hay que rendirse ante la primera adversidad, ni hay que ser tan obcecado con la idea previa al llegar al sitio. En la flexibilidad está la clave. Y, Gut Welithz, por fuera, la verdad es que era bonito.




Nos dieron los planos con las ISOS, medidas y primeros tubos. Tendríamos que construir una especie de Karting, su chasis, sistema de dirección  circuito hidráulico de frenado y, según esquemas, sin suspensión. En nuestra opinión un modesto tractor cutre, pero ya que estábamos allí... "Pero, antes de que empecéis  ahora que habéis acabado con las mesas y los paneles de protección del área de la rotaflex, tenéis que corregir el sistema de dirección de este otro (que muestro abajo), porque no funciona" - Nos dijo el monitor de allí. Bueno, pues si nos lo mandan...



Durante la estancia allí, pudimos conocer bien la ciudad de Leipzig, además, mediante couchsurfing, pude conocer a mucha gente de allí y conectar especialmente con alguno como Godwyn Udo areaNgwo, Nigeriano afincado en Leipzig que trabaja en una empresa de organizar viajes a África  El me introdujo a muchos locales, gente interesante y divertida y me explicó muchas cosas. 



Además, durante esos 20 días en Alemania, tendríamos un par de fines de semana para visitar Dresden y Berlin. Dresden es una ciudad reconstruida, porque en la segunda guerra mundial quedó arrasada, hay que ver lo rapido que reconstruyen y crean una nueva potente industria automovilistica. Hay que ver, entre Leipzig y Dresden tienen tres factorías de coches de lujo como Porshe, BMW y Volswagen. En esta ultima estuvimos viendo la cadena de montaje del Volkswagen Phantom. Por fin algo de tecnología en Alemania. 





La visita a la BMW era por la tarde, fuera de horario lectivo, así que: "los coches pa quien le guste conducirlos, yo soy de -only motos-", así que me decanté por ir a Leipzig a unirme a los que hacían intercambio de idiomas, para ayudarles con su castellano. Es una de las cosas gratificantes de los viajes también, allá a donde vas siempre puedes enseñar y ayudar a gente, bien sea con el idioma, hablando sobre viajes o sobre vuestras respectivas culturas.

Mientras en el taller habíamos empezado con el proyecto de construir el cochecillo eléctrico por fin, aunque ni nos dejaban modificar medidas, pese a que las suyas estaban mal y no casaban las piezas, ni nos dejaban ponerle un sistema de amortiguación. Pero bueno, el proyecto empezaba:






Y, algún día, para sacarnos de la monotonía del taller y dejar espacio a los demás, incluso nos enseñaron una escuela de coches eléctricos para niños de primaria y secundaria que estuvo muy bien. Eso sí que estaba mucho mejor montado, además el tío sabía de lo que hablaba y nos estuvo explicando todos los detalles y contestando nuestras preguntas. Hasta de tracción a las cuatro ruedas tenía uno y nos explicó como se conseguía.





Incluso nos dejó probar los cochecillos. 

Y seguíamos con el proyecto por las mañanas mientras que por las tardes nos tomábamos unas cervezas en el garito de allí con otros estudiantes, o nos íbamos a la ciudad con la gente que yo había conocido.





Llegó el segundo fin de semana, ellos habían planteado pasar un día en Berlin, yo pensé que si lo fundamental en la vida es conocer cosas y lugares, un día no era suficiente. Además yo tenía infinitas ganas de ver a Mike y Steffy y su peque; además de alguna expatriada como Itxaso Artabe que ahora estaba viviendo en la capital alemana.

Berlin es muy interesante, no en vano, ha tenido un papel histórico en la historia mundial que esperemos que no caiga en el olvido ni se vuelva a repetir.






Pero lo más importante e intenso fue el tiempo que dediqué con mis amigas y durante ese tiempo, no hubo nada que me distrajese lo suficiente como para sacar la cámara. Siempre he pensado que por muy maravillosa que sea la foto que vemos de un viaje... los mejores momentos son aquellos que se omiten. Si algo es realmente intenso, ¿quién se acuerda de la cámara? 

Fue un fantástico fin de semana, pero había que volver al taller y a las cervezas nocturnas, cada vez más intercaladas:





Nos dejaron cambiar un poco el sistema de dirección y finalmente les convencimos para poder empezar a diseñar una suspensión trasera.


Íbamos conociendo a más y más gente a la vez que el proyecto avanzaba. La verdad es que el que yo sea bastante desvergonzado les vino bien a mis compañeros de equipo que, la ultima semana, parecían sentirse más en casa.


Y entre risas, cervezas y frases para la historia... terminamos "el bólido tractoril".








El del bólido es, por supuesto, el cocinero. Y es que allá a donde vayas conoce a la mano que te alimenta... y siempre ganarás algún kg más. jajaajajajaja...

y, pese a que el proyecto no fue lo que pensábamos  por lo menos, que no se diga que lo pasamos mal... como críos...

Se animaron los eslovacos:

Se animo el cocinero:

Y por supuesto nosotros, para entonces, llevábamos una hora haciendo el gilipollas:

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